Hubo un tiempo en el que llegado el invierno las familias y amigos se reunían al caer la noche en alguna casa para pasar el rato y hacer diversas labores cotidianas, como remendar la ropa, tejer, hacer cestos o escriños, escoscar legumbres y otros frutos, etc. Pero no todo era trabajo, pues también había tiempo para jugar a las cartas, relatar cuentos e historias, comentar chascarrillos, cantar coplas y romances, rezar el rosario o gastarle a alguien alguna broma. De esta manera se hacían más amenas y productivas estas veladas de las largas noches invernales a la luz del candil y al calor del fuego.
Agustina Tejerina nos cuenta sus recuerdos e impresiones personales de un tiempo que ahora nos parece perdido, pero que no debemos olvidar pues perdura aun en el corazón de quienes lo vivieron. Podéis leer su relato en la sección "crónicas de un pueblo" de http://www.villapún.es/. Agradecemos su generosidad por compartir con todos nosotros sus vivencias de aquella época en la que el "hiladero" constituía el núcleo de las relaciones sociales de los pueblos durante la estación más fría del año.
1 comentario:
Yo no recuerdo el "hiladero" pero, si la trébede de mis abuelos, que como dice la canción, tenía un calor especial.
Solía pasar buenos ratos encima de ella, mientras en la hornacha se asaba una patata envuelta en papel de estraza que mi abuelo atendía con esmero, hasta que llegado el momento, me la comía con soplos largos y seguidos para paliar el calor de la impaciencia.
Gracias al bonito relato de Agustina, he recordado aquellos días, que yo tampoco se si eran mejores o peores, eran distintos y sobre todo muy especiales.
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