Estamos cansados de oír a nuestros
mayores frases como esta :
- “Si mi abuelo levantara la cabeza …”
Claro que siempre ocultaban la reflexión
velada de que los tiempos mucho habían cambiado y no reconocerían ni su
propia casa.
Su carro, transformado en coche. La yunta de vacas, en
tractor. El pastor y su carea*, simplemente han desaparecido. Sus
trigos y centenos, nada que ver los suyos con los de ahora. Quedan las fincas;
esas sí que son las suyas. Hasta las gallinas ya no existen en el gallinero del
portal.
Creerían en lo que tantas veces nos dijeron
–“Ya veremos dijo un ciego” interpretando como algo imposible.
Todo se ha vuelto al revés. Ahora se tiran
los pájaros a las escopetas.
Si hasta el más ignorante del pueblo creía ser un bolonio* de
todo lo que se cocía en casa del aldeano.
Los suyos, fueron tiempos de miseria,
hambre y escasez. Tiempos de requisa, de estraperlo. De largas caminatas a pie,
en busca de ganar una perra gorda.
Sí, antes del amanecer llegaban a los poblados los estraperlistas*
con un par de sacos de trigo a lomos de la caballería; para volver a caminar a paso de buey al
anochecer. La oscuridad de la noche era su aliada, para no caer en manos de los
civiles y ser severamente castigados.
Lo podemos entender, si pensamos que no tenían ni telas de
araña en sus bolsos personales.
Su sola presencia, con la vieja chaqueta de
pana, el tapabocas al hombro, la gorra en la cabeza, choclos o albarcas en los
pies, zanjones y polainas en las piernas. Con aspecto de no haberse lavado
desde el último domingo que fue a misa. Y apoyado en la cachaba, camina y camina
un rato a pie y otro andando.
Por los senderos del robledal y matorrales.
Rodeando brezos y cantos.
Callado. Siempre pensativo. Pero en paz y
sosegado.
Vende
en el mercado: Dos ovejas borras, cinco docenas de huevos, tres escaleras
y unas varas de avellano.
Para el
regreso a casa, ha comprado un
poco trigo para pan; fréjoles pintos y
unos garbanzos para el cocido.
Mientras
tanto, la madre de familia; a su hora, ha preparado una gallina en pepitoria
con aquella no ponedora.
No había otra cosa en casa. Delante comerán
unas patatas cocidas, con poco aceite para que no se acabe.
Cuando nosotros, por la vida en tiempos de bonanza, no nos dimos cuenta de tener el cielo
abierto. Viviendo a cuerpo de rey, y sin gran es fuerzo.
Y es que con la que está cayendo, habiendo cambiado los signos de los tiempos,
a los de recesión y crisis económica.
Bueno es, que volvamos la vista atrás para observar y aprender como vivieron ellos: “Nuestros abuelos”
Parece que ahora sí que viene a
cuento. Son tiempos de marqueses
venidos a menos con la que está
cayendo.
Aunque
nos cueste, se nos acabó vivir
del cuento.
Y…, lo que te rondaré morena.
Se han salvado, de momento, los que en su
juventud, con sacrificio, se labraron un futuro más o menos seguro; aunque
perdieran bienestar y dinero.
Entenderás, Arturo; por qué te he
hablado en el presente, del pasado y del futuro.
Agustín
de la Fuente Maldonado
Notas:
·
Lo subrayado-Son frases hechas muy corrientes
entre los lugareños de la comarca saldañesa.
·
Carea –perro
de pastor.
·
Ser un bolonio- Ser un experto, un sabio.
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