domingo, 29 de diciembre de 2013

Trampantojo navideño

Como todos los años al llegar los días que ponen fin al año natural, celebramos la Natividad del Salvador del mundo.

Para escenificar el misterio  y entender algo de él, colocamos el BELEN en un lugar dominante.

Siempre he visto en él el teatro de la humanidad.
Allí estamos todos.

Cada uno en su lugar: el panadero, el rey, la lavandera, el pastor, el posadero y el leñador, un ángel, el herrero. Hasta invisibles magos, sabios…, y hasta un “Herodes”.

Hay ovejas, pollos, caballos, patos, camellos, una vaca y un burro..., y un pato.

Entre todos me preocupan las personas más o menos pudientes.

Me detengo ante una mujer que lleva un hijo en su regazo y otros dos agarrados de la mano.

No puedo pasar por alto a un joven forzudo cargando a un anciano. Al lado se oyen los golpes que moldean el hierro en la herrería.

Echo  en falta los pobres, los enfermos, los desahuciados, los sin techo, los hambrientos y arruinados.

Entre todos, abundan las diferencias. Unos y otros crean un clima (“¡UN BELÉN!”) irreconciliable mientras perdure.

Coexisten muchas cuevas y casas de pobres, alrededor un palacio.

No te lo pierdas: “El Rey nace y mora en una cueva”.

Cada año veo aumentar los que desestabilizan; y disminuir los trabajadores y los pacificadores.

Hoy nos asomamos al trampantojo del tradicional BELEN para escenificar la realidad humana.

Brindo por los que lean estas líneas, implorando FELICIDAD y PROSPERIDAD para todos; sin olvidar: Familiares, Amigos y Conocidos.

“¡Qué se me logre este pequeño gran deseo!”

Agustín de la Fuente